Laura Escudero: “Los escritores debemos confiar en el lector.”

La primera parte de la entrevista a Laura Escudero, realizada en La Nube el 28 de abril de 2014, que contó con la coordinación de Mario Méndez como parte del ya consagrado ciclo “Encuentros con escritores de literatura Infantil y juvenil”, giró en torno del desarrollo de la literatura para niños durante las últimas décadas y del lugar que hoy ocupa. Se habló del papel de las editoriales en función de un mercado en expansión que aporta nuevos consumidores y formas de consumo pero que en ocasiones se produce en detrimento de la calidad de los textos. No faltó en la charla oportunidad para la reflexión acerca de si las adaptaciones sirven o no para llegar al público joven como tampoco los planteos desde los que la propia escritora parte para generar su propia escritura, como por ejemplo el valor conferido al concepto de realidad, entre muchos otros detalles.

















Mario Méndez: Buenas tardes a todos. Como saben, Laura vino para la Feria del Libro invitada por las editoriales, participó en las firmas, participó en encuentros… no vamos a jactarnos de que vino exclusivamente para esta reunión, pero sí de que se quedó un día más para participar. Así que muchas gracias por eso, Lau.

Laura Escudero: Muchas gracias por invitarme.

MM: Por favor. El otro día, a los que estaban presentes, que eran la mayoría, les leí la parte seria de la biografía de Laura. Se las repito, brevemente. Laura nació en la ciudad de Córdoba en el ’67. Durante su infancia vivó en algunos lugares del interior del país, y luego en Buenos Aires. ¿En dónde, en Buenos Aires?

LE: En el microcentro. Viví hasta los dieciocho años, iba al Normal 1, en Córdoba y Riobamba. Dice el primer año en el CBC en la UBA, para Letras, y en el transcurso me cambié a Psicología. Estuve todo el tiempo acá, hasta que me mudé a Córdoba.

MM: Bien. Las vivencias en el noroeste argentino dejaron intensas huellas que se verían luego en su escritura. Decíamos el lunes pasado que probablemente en El rastro de la serpiente, se nota más…

LE: Sí, y en una última que no está publicada también.

MM: Ah, bueno, ya nos vas a contar, cuando lleguemos a los proyectos en marcha. También se ve su necesidad de volver cada tanto. En el año ’87 regresó a Córdoba, donde reside actualmente. Estudió arte, teatro, y se recibió de Profesora de Educación Preescolar y licenciada en Psicología. Participó de movimiento de teatro independiente y fue parte del Taller Literario del Hospital Neuropsiquiátrico Provincial. Su interés por el campo de la literatura infantil y juvenil se profundizó a partir de su inclusión en el CEDILIJ cordobés, en el 2000. Allí se formó y desde entonces desarrolla cada actividad de diseño y ejecución de proyectos para promoción de la lectura y capacitación. Integra el Consejo Directivo. Ha participado de Congresos, Seminarios y Talleres en Argentina, Chile, Brasil… y ganó dos veces el Premio Barco de Vapor. En el 2005 con Encuentro con Flo, del que estuvimos hablando bastante el lunes pasado, y en el 2011 con El rastro de la serpiente, sobre la que también charlamos. Tres de sus libros fueron destacados de ALIJA. Hablamos el lunes pasado del premio de destacados de ALIJA, que es importante porque es un premio que entregan los colegas y los especialistas. Tiene un valor agregado por ese lado. Ha sido traducida al portugués. ¿Los “Destacados” por cuáles fue?

LE: Encuentro con Flo, El camino de la luna, y El rastro.

MM: El camino de la luna no lo conseguimos para traerlo. Ese nos lo debemos. Está en Comunicarte.

Asistente: Lo escuché en Paka Paka. Está grabado por Hilda Bernard.

LE: Sí, es preciosa la lectura.

MM: Además ha publicado El botín, Los parientes impostores, del que hablamos mucho, y Heredé un fantasma.Esa es la parte biográfica de la presentación. Ahora vamos a empezar a charlar. Si te parece, Laura, pensaba ir de lo general a lo particular. Empezando con el marco, la situación actual de la literatura infantil, y unas cuantas cuestiones que exceden tu obra, y después llegamos allí.

LE: Me encantó, sí.

MM: Me alegro. No te lo quise anticipar. El otro día, en una charla con varios escritores amigos con los que nos juntamos, salió un tema que en estos encuentros ha salido bastante. Y es el de la gran cantidad de publicación, que a veces parece excesiva, a veces se plantea  si hay o no suficiente crítica previa, suficiente edición, en estas publicaciones de literatura infantil y juvenil. También en el crecimiento cualitativo de esta literatura. Esto surgió bastante, sobre todo cuando hablábamos con las “nuevas voces”, como por ejemplo, Florencia Esses, que está presente, que estuvo como entrevistada. O Paula Bombara, que también anda por acá, que vino antes, y es una autora publicada hace no tantos años ¿Vos cómo ves el panorama de la literatura infantil actual, en relación con esta suerte de “boom” de publicaciones?

LE: Creo que hay dos temas. Uno es la profusión de publicaciones. Ahí, creo que hay muchas perspectivas para pensarlo. Una cosa es el mercado y otra cosa es la literatura. Hay muchísimos libros destinados a la infancia, publicados. De esos, un porcentaje menor, es de literatura. El resto, son objeto- libro para los chicos. Hay libros para pintar, hay libros de entretenimiento, hay libros informativos, y hay libros de literatura. El mercado de la infancia ha crecido. Los niños son una excelente excusa para el consumo, los padres compran muchas cosas para los niños, ese parece ser un dato sobre la buena parentalidad… Funcionan así las cosas. Hay un mercado, hay consumidores, y el mercado aprovecha lo que la sociedad plantea. Y en este caso, los libros parecen ser algo interesante para que los niños tengan, los padres no son especialistas en literatura, y les compran libros a los niños, sin saber muy bien, y no tienen por qué saberlo, qué están comprando. Y a mí me parece que además el mercado sabe usar algunos datos acerca de lo que va queriendo el consumidor, y aprovecha aquello para seducir al que va a comprar el libro. Por ejemplo, si la moda es el Diseño, va a haber un montón de libros, cuya presentación va a ser el Diseño. Y van a intentar capturar a partir de ahí. Mucha ilustración… y muchas veces se vende una cosa por otra. Los padres compran eso que creen que les va a gustar a los chicos, y el gusto de los chicos, yo creo que se educa, y lo educa el mercado con mucho más ímpetu que otros espacios de educación. El mercado entra en la casa de los chicos todos los días un montón de horas por la tele, por cantidad de lugares. La escuela está un rato con los chicos. Muchas veces no advierte hasta qué punto es cómplice de esta situación. Sin embargo hay otro aspecto que me parece interesante. Y es que la industria cultural, crece. Se producen un montón de bienes culturales, de los cuales algunos marcan un camino, un sendero de búsqueda, y otros se quedan. Produce una desazón a los que trabajamos en promoción de la lectura, el efecto que tiene esto… esta cantidad de libros destinados a los chicos que no son literatura, hace muy difícil orientar una búsqueda. ¿Cómo hacemos los formadores para hacer un poco más fácil el camino  de la selección, a las personas que tienen que seleccionar libros para chicos? Por ejemplo, en las escuelas, a los mediadores, a los bibliotecarios que tienen que orientar a los chicos… Se hace agua… porque uno puede perderse de algo en este mar de objetos. Entonces hay que tener en cuenta una cantidad de variables. Yo extraño que se valore el texto, porque soy escritora. Extraño mucho la valoración del texto en el libro infantil. Incluso la valoración del texto escrito, no sólo del texto visual. La valoración del trabajo con la letra. “Literatura” viene de “littera”, “letra” ¿Cómo estamos incluyendo a los chicos en las letras? 

MM: A mí me parece que además de los padres que compran, la escuela que quizá participa lateralmente en esa compra, de la manera como lo planteás vos me hace pensar en la compra por impacto. Sin embargo, la escuela está siendo el canal fundamental de compra de gran cantidad de libros. Muchísimas editoriales ni siquiera distribuyen en librerías, porque saben que su lugar de venta es la escuela. A través de las Ferias, a través de la maestra a la que se seduce. ¿Cuáles son los pros y los contras de la escuela como mediadora fundamental?

LE: Ahí estoy en un lugar de compromiso, porque yo soy formadora de mediadores. Tengo una postura bastante definida. Voy a repetir esto veinte mil veces. La escuela es la gran ocasión, porque los padres no son profesionales, ni tienen por qué tener una formación que los ayude a elegir. El espacio en el que hay profesionales que se formaron para que los chicos tengan acceso a la literatura, es la escuela. Nosotros no podemos garantizar que todos los padres sean lectores, pero sí que todos los chicos tengan la oportunidad de ser lectores. ¿Cuál es la institución democrática, por la que tienen que pasar todos los chicos y adónde debiera haber libros de calidad que los chicos encuentren, y que sean distintos de las estéticas a las que ya tienen acceso? Porque lo que nosotros queremos es enseñar literatura. No dar más de lo mismo. Hay cosas a las que los chicos ya tienen acceso. A los libros con ciertas estéticas muy presentes en el mercado, los chicos ya tienen acceso. Nosotros tenemos que abrir esas otras puertas que nadie abrió. Porque tenemos que darles la oportunidad de pasar a otra cosa. Después, los chicos eligen si pasan a otra cosa o no. Pero si nunca tuvieron la oportunidad porque nadie les mostró otra cosa, ¿cómo podrían elegir? Uno elige lo que conoce. A mí me parece que la responsabilidad de los mediadores es enorme. Somos los que tenemos la llave de la puerta cerrada, y los que podemos hacer que los chicos entren, conociéndolos, porque la literatura es un trabajo que tiene que ver con lo particular, no con el montón, cada chico va a entrarle a la literatura por un lugar distinto, y uno tiene que conocer al chico y conocer muchos libros para poder acompañarlo. No todos los chicos van a buscar lo mismo y es interesante que cada uno haga su búsqueda. ¿Cómo hacemos para que esos chicos logren entrar a esa búsqueda personal, y tengan esa curiosidad que luego los va a dejar ser lectores autónomos? Todas las personas que están acá, ya vinieron. Tienen un interés, una motivación… ¿pero cómo hacemos para que todos tengan la oportunidad de elegir? Creo que la escuela es el lugar en el que los chicos debieran encontrarse con una literatura que captura lo mejor de todo: del texto literario, del texto visual, de géneros. Tiene que ser muy diverso. “Yo elegí cuentos de terror para mis alumnos porque les encantan. Tienen ocho, y a esa edad les encantan”. ¿Pero vos les diste otra cosa? ¿Y los tres que no se engancharon con los cuentos de terror? Se quedan afuera... La diversidad ayuda a abrir más caminos, y todo esto es responsabilidad de la escuela. A mí a veces me apena, me parece grande el agobio que sentimos los mediadores, porque nos cae todo el peso. Pero es así.

MM: El otro día, en este mismo encuentro salió una frase que si mal no recuerdo es de María Teresa Andruetto, que dice que los que escribimos literatura infantil, no escribimos para los chicos, sino para los mediadores. Que la literatura infantil se produce para estos mediadores: maestros, bibliotecarios, los padres… que es difícil que se produzca el acceso directo de los lectores finales, de los chicos, a la lectura. Incluso yo mencionaba que Lola Rubio, una de las invitadas, decía en una presentación que nosotros nos dirigimos a los promotores que tienen que vender los libros, al gerente que tiene que justificar que este libro que se produce va a ser exitoso, a los docentes, directores, bibliotecarios, maestros que van a mediar con el libro, con los chicos y con los padres, para que no rechacen al libro, y finalmente, tiene que gustarle a los chicos. Vos recién te ponías en el lugar de mediadora. Lugar importantísimo. Y cuando escribís, ¿para quién escribís vos?





















LE: Creo que no sé para quién escribo. (Risas). Es un gran enigma, porque lo que motiva el deseo, es una cosa tan íntima y tan privada que es un misterio para mí, creo que no lo voy a terminar de desentrañar nunca. Es algo que pulsa a pesar de mí, que no sé bien adónde me lleva… lo que no quiere decir que no me importe. Estoy de acuerdo en que siempre hay adultos mediando entre los chicos y los libros. También estoy de acuerdo con que es deseable que haya una mediación, pero que tiene que tener en cuenta que el deseo es que los lectores sean autónomos. Me parece complicado pensar en que los chicos van a ser dependientes del mediador, esa idea entraña el peligro de pensar que los chicos siempre van a depender del puente del mediador. Y el mediador, tiende un puente entre los chicos y los libros para que los chicos lo atraviesen y se apropien. Los que compran los libros son los padres o los maestros. Si un chico tiene plata para comprar un libro, me parece interesante que no esté solo en el momento, que no está abandonado, que haya un diálogo, porque es un bien cultural muy interesante. Preguntarle por qué eligió ese libro. Y que esa pregunta lo ponga al chico a reflexionar y a tener que argumentar. Que es lo mismo que hacemos los adultos. Me parece muy interesante, y me parece que hay que darle confianza a ese chico acerca de sus posibilidades y de su inteligencia. Que sepa que elige un libro por una razón. O que diga que lo elige porque sí. Que los chicos vayan encontrando el argumento de su deseo. El de su gusto. Porque el “gusto porque sí”, nunca es “porque sí”. Siempre tiene una razón. Los chicos no te van a decir que les gusta porque le hace acordar a los dibujos animados que ven en la casa. O quizás sí. Poder preguntarle si elegiría otro. Por qué sí, o por qué no. Darles la palabra a los chicos. Que los mediadores tengamos la responsabilidad de enseñar literatura o abrir unos caminos, no significa que los chicos queden reducidos a cero. Significa que somos buenos para dialogar con los chicos, y que estamos ahí escuchándolos. No anulándolos. Me parece que es un trabajo humano intenso, que uno lo toma y no lo deja. Y tomo algo que le copio a Iris Rivera, que hace mucho que lo dice, y que es que si hay algo que tenemos que tener los mediadores es oreja.

MM: Lo ideal es que se haga de a uno con la estructura de la escuela.

LE: Es difícil, pero no imposible. Hay momentos en la escuela en los que se pueden habitar espacios para el pensamiento de cada uno. La escritura es una forma.

MM: ¿Cuál era tu conjetura del otro lunes?

Asistente: A mí me desorienta cuando se habla de para quién escriben los escritores. Desde el punto de vista del análisis, yo creo que los escritores escriben aquellas cosas que les hubiera gustado leer de chicos.

LE: No sé. Yo leía de todo, y a veces leía cada cosa… (Risas). Y las disfrutaba. Me acuerdo de una colección de los Hermanos Hollister, que son cosas que yo no escribiría ni loca pero que me encantó leer. Y creo que leyendo eso aprendí cosas. Uno aprende de lugares insospechados. Yo no sé para quién escribo, pero tengo que estar enamorada de lo que estoy escribiendo, de alguna manera. Eso sí tiene que pasarme. Yo tengo que entrar en un pacto con lo que estoy escribiendo, muy intenso. Porque si no, se me cae. No puedo sostenerlo. Y a veces me traiciono a mí misma. Cuando escribí El Botín, creí escribir una novela de humor. Y nada que ver. Me hice un plan pero no me obligo a respetar mi plan de trabajo porque si surge otro plan, sigo ese otro.

Asistente: Cuando leí El Botín, me encontré con una escritora que sabe escribir. Y me pregunté, si esa escritora no esperaba que la leyera alguien que sabe leer.

LE: Creo que todos los escritores escribimos creyendo que sabemos escribir, tenemos la ilusión (Risas) y tenemos una confianza, que es lo que nos permite llevar adelante el asunto.

Asistente: Porque vos hablás de enamorarte, pero también hay una intelectualidad, una posibilidad de selección de palabras y de metáforas. Yo quedé maravillada con la manera en la que describís distintas personalidades, por ejemplo. Es asombroso, se abren mundos… y yo me pregunto si cuando escriben pensarán en que hay que saber leer.

LE: Los escritores tenemos que tener confianza en nuestra escritura y también en el lector. Yo escribo asumiendo que hay un lector que se encuentra conmigo en ese texto. Si no, escribo para mí, y no publico nada. También sé que el texto es del lector, y que distintos lectores se encontrarán más con unos textos que con otros. Mis libros son bien diversos. Algunos se van a preguntar por qué no escribí todo como en Encuentro con Flo, y otros con otra cosa. Y cada uno tendrá su favorito. Somos mi escritura y yo, y los lectores que son todos ustedes y todos los lectores posibles. Yo confío en que todos los lectores van a llegar lo más a fondo que se pueda.

Asistente: ¿Qué te hizo virar, de ese pensamiento de hacer algo divertido, más humorístico, a esto que es algo mucho más profundo?

LE: Son registros. Me encanta el registro del humor. Después de El Botín escribí Los parientes impostores, que tiene humor. No estoy de acuerdo con desdeñar el trabajo con el lenguaje que hace el humor. Voy a volver a aquello de los sentimientos y la razón. Yo no estoy tan de acuerdo en dividir tanto las cosas. Uno puede hablar de los sentimientos porque los piensa. Es un acto de razón que puede tener una empatía con un argumento híper racional, y la empatía tiene mucho que ver con lo que uno siente.  Hay unos bordes que me parece que los borramos para entendernos. A veces trabajo desde el humor, y la escritura va por un filo de levedad, que no va, por ejemplo en El Botín, que es una novela más oscura. A mí me cuesta mucho generar un diálogo de humor ágil. No es nada fácil.

MM: No es nada fácil. Dicen que es, incluso, más difícil.

LE: Es difícil, sí. Y hay gente que no puede producir una escena de humor.

MM: Sí, sale forzado. Ya que estamos con esto, una de las cosas que venimos charlando desde el año pasado en estos encuentros, es la frontera difícil de encontrar entre lo juvenil y la adulta. Acá, la compañera hablaba de un lector que sabe leer, y entiendo que se trata de un lector formado, un lector adulto. No un lector en formación. ¿Estás de acuerdo en que existe como categoría válida en sí misma, la literatura juvenil? Porque hay autores que creen que no. Y si existe, ¿qué la diferencia de la literatura de adultos?

LE: Existe porque está…

MM: Hay gente que dice, concretamente, que es una decisión editorial, pero que no existe como cosa en sí misma. Que sí hay una diferencia entre lo infantil y lo de adultos, pero con lo juvenil, no.

LE: Me parece que las decisiones de mercado impactan en la literatura. Cuando Salinger escribió El guardián entre el centeno, lo escribió para adultos, los jóvenes se lo apropiaron, inauguró la literatura juvenil, y a partir de ese momento se creó una frontera. Quedan cosas de un lado y del otro porque se publican en un espacio o en el otro. El Botín podría haber sido publicado para adultos. Stéfano de María Teresa Andruetto, lo mandó para ser publicado para adultos y se lo publicaron en una colección juvenil. Muchos libros que están publicados para adultos, podrían ser libros juveniles. El barón rampante, por ejemplo. Pasa casi lo mismo con las sugerencias como: “Este libro es para doce años”. Justamente me parece que los mediadores tenemos autoridad de decisión podemos hacer una buena crítica y pensar que un libro es interesante o no, para el grupo con el que uno trabaja. No importa la edad que tenga. No sé por qué mandamos los textos ahí. Ni por qué los editores los publican ahí. Me parece que creen que esos libros pueden hacer de puente entre grandes obras de la literatura universal, o pueden seguir formando lectores. Estoy pensando mientras hablo. Y en la literatura juvenil, y en la literatura general, hay muchos libros que pueden ser olvidables. Y hay otros como La noche del polizón, de Andrea Ferrari, los libros de Paula, están publicados en colecciones juveniles, pero estoy segura de que hay cantidad de adultos que los leen y se los apropian. Y los tienen en su biblioteca personal. Y lo mismo pasa con muchos jóvenes y Cortázar, aunque está publicado en colecciones para adultos. Y creo que tienen que tener acceso a esos universos de lectura diversos. No te puedo decir si tiene que existir o no la literatura juvenil. Existe. Y por eso, son campos de tensión. Es lo mismo que cuando hablan de literatura infantil y dicen que hay algo que hasta lo puede leer un chico. Hay muchos libros de adultos que quizá los jóvenes todavía no pueden leer y otros libros que sí. Y hay libros de jóvenes que los pueden leer los adultos. Y los chicos también.

MM: En relación con eso, con Lidia Blanco charlábamos con respecto a las adaptaciones. Qué cosas puede o no leer, no ya un chico, sino un lector con menos formación. Ella, directamente, opinaba que adaptaciones no. Que si uno no está para leer el Quijote tal cual es, no.  Otros opinamos que adaptación sí, o ni. ¿Vos qué opinás?

LE: Opino que, adaptación, no. Creo que es otra obra. ¿Cuántas Odiseas hay? Infinitas Odiseas. Muchísimas novelas con esa estructura. Y pueden ser más accesibles. Bueno, escribí otra obra. Y jugá con eso. Creo que si hay una obra, está pidiendo un lector. Y si ese lector todavía no llegó ahí tendrá que hacer su propio recorrido para llegar. Que es el bien cultural que existe.

MM: ¿No es una preparación válida? Vos das un título que como ejemplo me parece buenísimo. Acceder a La Odisea es muy difícil, aún a una traducción del griego antiguo, respetuosa, universitaria. ¿Cuánta gente accedería a la historia de Odiseo, y sabría de Circe o del Cíclope, si solo estuviera disponible la Odisea pura y dura, si no estuviera, por ejemplo, la de Graciela Montes?

LE: Sí, me acordaba de la de Graciela Montes y diría “ni”. Si nos ponemos en puristas, ni las traducciones… Pero una cosa es el trabajo que ella hace con Las Mil y Una Noches, o con La Odisea, y otra cosa son esas adaptaciones tan tristes y tan planas…

MM: Pensemos en las cosas buenas. Lo berreta es berreta de cualquier manera.

LE: Pero casos como el de Graciela, ¿cuántos hay? ¿Cuántas adaptaciones que tienen ese respeto por el planteo medular de la obra original? Tenés Hércules de Disney, que es una horrible desfiguración, un Hércules en la cultura americana, y se ha perdido la singularidad que tenía ese héroe como símbolo de una cultura como la helénica. En las adaptaciones, Graciela Montes le pone una fuerza al contexto, a envolverte para que estés ahí. No vuelve a Las Mil y Una Noches un producto aséptico. Está hablando de que el Sultán se encuentra en un abrazo con Scherezade, y de la sensualidad, y de la muerte, y de todo lo que se encuentra en Las Mil y Una Noches, con todo respeto por un lector pequeño. Y eso es algo muy difícil de encontrar en las adaptaciones.

MM: Creo que tu respuesta está más cerca del “ni” que del “no”. Porque podríamos seguir y encontrar otros ejemplos buenos. Pero quiero ir ya a lo particular. Una cosa general más, en homenaje a tu presencia, que es tan distante geográficamente hablando. Y es darte el espacio para una queja pública. ¿Qué pasa cuando se vive lejos de Buenos Aires con la posibilidad de la llegada? Me parece que es válido que lo cuentes.

LE: Viste que en mi otra profesión decimos que con la queja lo mejor es esquivar la demanda y convertirla en otra cosa. Creo que vivir en el interior tiene virtudes y dificultades. Es distinto. Hoy mismo, yo no me pierdo de muchas cosas. No es como antes, cuando para que te publicaran algo tenías que traer el original a la puerta de la editorial, y todas quedaban en Buenos Aires. Ahora, todas quedan en Buenos Aires, pero existe Internet y yo aprieto un botón y mando el original. Me quedan lejos algunas cosas. Por ejemplo, vos me querés invitar y mi viaje no coincidió, me tenés que pagar el pasaje… entonces, hay una cantidad de eventos culturales de los que me quedo afuera. Pero también soy barata para ir a Córdoba. Y somos menos. A veces, me siento en la periferia del mundo en el que se toman las decisiones culturales. Y en otros momentos, pienso que esa distancia me permite, en mi escritura, el tiempo provinciano que ella necesita. Yo soy provinciana, necesito el tiempo provinciano, me gusta escribir lento, despacio, pensando, sin apuro. No tengo mucha presión para escribir. No me pasa que me digan: “Escribí tal cosa o tal cosa”. O si me pasa digo que no, que tengo un tiempo provinciano y que no puedo porque tengo otras cosas que hacer. Me gusta vivir en Córdoba.

MM: Igual, era con respecto al trato de las editoriales.

















LE: Hay algunos inconvenientes. Por ejemplo, hay algunas editoriales que en Córdoba hacen menos promoción en las escuelas. Sé que los autores que viven en Buenos Aires van a cinco millones de escuelas. Tampoco sé hasta qué punto eso impacta demasiado. Pero bueno, por ahí se venden menos mis libros porque yo no vivo acá, y en Córdoba no hacen difusión. Para eso, sí. 

La segunda parte de la entrevista a Laura Escudero estará publicada el viernes próximo. 



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