Delivery

¿Qué peso tendrá sentirse parte de todo, de lo que circula, de lo que tiene movimiento, de lo que pasa? ¿Qué hace una escritura cuando logra representar el sentido de la velocidad, del consumo, de la pertenencia? Delivery, la primera novela de Alejandro Parisi editada por Sudamericana, trata sobre esa búsqueda. Libro de arena publica una reseña que invita a leer a este autor argentino.


Por Tomas  Schuliaquer*

Delivery es la primera novela publicada por Alejandro Parisi. Según cuenta el autor en los agradecimientos del libro, fue escrita de noche, en la habitación que compartía con su hermano, en la casa de sus padres, cuando recién pasaba los veinte años.
El narrador es un joven con ciertos conflictos familiares: la madre no está y mantiene con su padre una relación problemática. Ya terminó el colegio y trabaja en un delivery de empanadas, hasta que le ofrecen aprovechar la moto del delivery para también repatir merca. Así, en un ámbito que le es ajeno, intrigante y desconocido, el protagonista va a adquirir nuevas responsabilidades, en la pequeña organización manejada por el Tano.  A pesar de sus miedos, movido por las ganas de ser respetado, o también de encontrar un nuevo  lugar, acepta y empieza a tener cada vez más responsabilidades, a manejar más plata, más merca. El relato, entonces, parece un poco un Buenos Muchachos argentina. No tanto por la mafia, o por el ascenso del protagonista, sino por el ritmo y por la acción. Porque una de las grandes cualidades e innovaciones de esta novela es su escritura. En presente, sin líneas de diálogo y sin reflexiones profundas: simplemente descripciones y reposiciones dialógicas por parte del narrador (que es el protagonista). Una escritura que al principio puede parecer lejana, y que invita a pensar en el cansancio, pero que pronto se convierte en todo lo contrario: la cercanía con la historia y los personajes y la agilidad de la lectura –sin por eso ser banal-, es lo que prima.
Ya bastante metido en el delivery, o al menos bastante para un pibe que aparenta nunca haber ni siquiera consumido cocaína, también empieza a tener más plata y a conquistar más mujeres. En sus relaciones, el protagonista, más que reconstruir su familia, busca erigirse al mejor estilo Tony Montana, y si bien no es más que un repartidor, a veces da la idea de estar inmerso en un punto sin retorno. Así, empieza a aparecer la necesidad de salirse, retornar a su vida anterior, legal.
Entonces, descontextualizando el análisis de la novela de sus condiciones de producción (no me refiero a la habitación compartida con el hermano, sino al final de la década menemista), es un relato que funciona –además de como retrato de época, o de estallido popular- como una búsqueda personal, que es en cierto modo universal (sin un familia, sin un lugar de pertenencia, con un trabajo temporal, ¿cómo conseguir a qué arraigarse, cómo dejar de escapar?). En esta búsqueda, con varios momentos de humor y una construcción descriptiva de tinte cinematográfica, la novela, que inevitablemente es de consumición rápida (como una droga), sin pretensiones, tampoco concluye, sino más bien despierta dudas, preguntas, que aún más de diez años después de su publicación siguen interpelando a un lector que no puede quedar indiferente ante esta lectura atrapante. 



Delivery
Alejandro Parisi
Buenos Aires, Sudamericana , 2002







*Tomas Schuliaquer: estudió Letras en la UBA y trabajó en la Biblioteca Nacional. Nacío en Villa Crespo a principios de la década del `90 y, aunque de grande se dio cuenta de que su casa queda en el barrio de Caballito, siempre que le preguntan dice que es de Villa Crespo e hincha ferviente de Almagro.

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