La soledad y el silencio
Excepto la muerte todo lo demás tiene remedio. O eso nos gusta creer. Pero en todo caso pensar la muerte nos tranquiliza, porque la aleja, la pone a raya; es la de los otros, no la propia, y eso es aliviador. Libro de arena publica una nota acerca de la muerte que siempre nos acompaña, como parte de los textos que integran la serie referida al tema del mes.
La Muerte. Inexorable. Dicen que el hombre es el único animal que sabe que
se va a morir. Saramago la describió caprichosa, divertida y haragana. También
falible, pero eso es ficción. Para los religiosos es la entrada a la otra vida.
Para los célebres el paso a la eternidad. Desde la antgüedad fue todo un tema
para la humanidad, pero siempre es el fin. El poeta le agrega un aditamento, la
soledad. Pero, ¿cuál es la compañía de los muertos? Sin duda, sus deudos,
aunque en la gran mayoría de las personas esa compañía es bastante breve.
Apenas dura dos generaciones, muy pocos han conocido a sus bisabuelos. Rápidamente
uno se convierte en una tumba olvidada y una fotografía ignota. Entonces
¿pueden tener compañía los muertos? Y si es así ¿quiénes o qué podrán ser? ¿Porqué
la describen siempre como mujer? Tal vez porque una mujer nos dio la vida es
que será una mujer quien deba terminarla. Es de notar que, aun con calavera y
guadaña, siempre es bella. El poeta no nos da la respuesta, solo plantea estas
preguntas. Abre la puerta del pensamiento y de la mente; nos sitúa en el
horizonte infinito que anima nuestra inquietud por saber. ¿Acaso es otra la
función de la poesía? Gustavo Adolfo Bécquer reflexiona sobre
este instante de soledad, quietud y silencio que es la muerte.
Cerraron
los ojos/Que aún tenía abiertos;/Taparon su cara/con un blanco lienzo:/y unos
sollozando,/otros en silencio,/de la triste alcoba/todos se salieron......De un
reloj se oía/compasado el péndulo/y de algunos cirios/el chisporroteo./ Tan
medroso y triste,/tan obscuro y yerto/todo se encontraba.../que pensé un
momento:/"¡Dios mío, qué solos/se quedan los muertos!"......La
piqueta al hombro,/el sepulturero/cantando entre dientes/se perdió a lo lejos./
La noche se entraba,/reinaba el silencio;/perdido en la sombra/medité un
momento:/"¡Dios mío, qué solos/se quedan los muertos!".......¿Vuelve
el polvo al polvo?/¿vuela el alma al cielo?/¿Todo es vil materia,/podredumbre y
cieno?/¡No sé; pero hay algo/que explicar no puedo,/que al par nos infunde/reugnancia
y duelo,/al dejar tan tristes,/tan solos los muertos!
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