Pasolini
En el aniversario del asesinato del poeta, escritor y cineasta italiano Pier Paolo Pasolini, Libro de arena publica una nota especial que recorre los contrapuntos de la relación de su obra con la sociedad de su época y las concepciones dominantes en torno a la sexualidad.
Por Ernesto Hollman
Pier
Paolo Pasolini fue uno de los más controvertidos Intelectuales de su época. Poeta,
escritor,hugufkbkgj cineasta y sobre todas las cosas un político sin
concesiones del siglo XX; hoy se cumplen
cuarenta años de su brutal asesinato en
las playas de Ostia ¿a manos de uno de sus tantos amantes callejeros o de un
sicario enviado por la reaccionaria derecha italiana?
Esta
triste disyuntiva marca los antagonismos entre los grupos intelectuales de
izquierda que asumen con resistencia la homosexualidad de Pasolini pero
defienden la teoría de un mártir político. Un marxista no podía buscar en la
calle una buena entrepierna para sus placeres más “perversos”. Por otra parte,
los intelectuales de la derecha sostienen que murió a manos de un amante ocasional.
Ni
una cosa ni la otra hay que tomarlas como verdades absolutas, Pasolini fue el
único pensador italiano de su época (años 1950/60) que se atrevió a marcar sin
concesiones la libertad de su homosexualidad desde un concepto de anarquía
antiburguesa, al desplegar nuevos procedimientos de lucha sobre la libertad del
cuerpo desnudo y el libre ejercicio de la sexualidad callejera. Su lucha fue
excesivamente cruenta ya que no sólo se le oponían el pensamiento ultra
machista itálico, la burguesía y la derecha, sino que también se enfrentó a su
propio lugar de pertenencia, el marxismo militante que consideraba la homosexualidad
un vicio decadente del occidente cristiano y burgués.
A
diferencia del cineasta Rainer Werner Fassbinder o el escritor y dramaturgo
Jean Genet en Francia a quienes muy poco les importaba el pensamiento
conservador de la izquierda, a Pasolini lo amargaba la posibilidad de que
pudiera ejercerse con estos conceptos un resquebrajamiento entre el
proletariado sobre el libre ejercicio de la sexualidad. Ese fue el motivo,
entre otros, de filmes como Teorema o
El evangelio según Mateo donde los
planteamientos marxistas y cristianos se contraponen en una dialéctica
perfecta. En Teorema una suerte de
ángel rubio de generosa entrepierna irrumpe en una familia industrial
–integrada por los padres, un joven, su hermana estudiante y una
criada- para brindarles su generosa sexualidad. Cada uno de ellos
hallará la mejor forma de la redención para la burguesía y el amor hacia los
otros en la figura de la criada donde emerge lo “sagrado” al hacerse enterrar
para que de sus ojos brote un manantial milagroso y cure los dolores de los más
pobres. En El evangelio según Mateo Pasolini
da rienda suelta a su poética cristiana y como un taumaturgo aúna una bellísima
estampa medieval y hace que todos los
milagros sean posibles (incluida la sexualidad); los pobres y desamparados del
mundo pueden acceder a la felicidad. En ambas películas Pasolini contrapone los
fríos conceptos teológicos a las figuras
simples y tiernas de lo religioso.
A
través de Edipo rey basada en la obra
de Sófocles, se atreve a contar su propia historia: el amor incondicional que
siente por su madre y la lucha que entabla con su padre, gran patriarca y represor.
“He matado a mi padre, he comido su carne, bebido su sangre y no estoy
arrepentido” enuncia el personaje del eremita antropófago en un pasaje del
filme. Aquí no sólo es el amor hacia su madre lo que está expuesto: es la lucha
que se establece contra el mismo sistema de tabúes de la tragedia clásica que
derivará a todo lo largo de nuestra civilización y que también está planteada
en la próxima trascripción del texto de Eurípides: Medea, donde el ritual que ejercía Medea como gran sacerdotisa y
que abandona convirtiéndose en una hereje para seguir a Jasón, al final se reconvierte en una ritualidad
definitiva al asesinar a sus hijos. Porque de este modo se fijara para siempre
como el corte de su vínculo con lo religioso, lo filial y lo amoroso quedando
libre de toda opresión. Medea por fin es ella misma.
Como
vemos, lo político o mejor dicho la política libertaria de Pasolini rompió con
todos los parámetros conocidos. Caen sobre él las más furibundas críticas:
desde la burguesía imperante, la izquierda y la derecha lo destrozan de una
manera impiadosa. Lo tratan de blasfemo, pornógrafo y homosexual decadente.
Él
les contesta con una imprecación en su Poesie
mondane:
<Cuando los años sesenta
Se hayan perdido como el año
mil,
y yo no sea más que un
esqueleto
sin nostalgia siquiera de este
mundo,
¿qué importancia tendrá mi
vida privada,
míseros esqueletos ya sin vida
ni privada ni pública?>
Y este otro
bellísimo poema
Análisis tardío
(Fin de los años sesenta)
Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;
que todo aquello que toco ya lo he tocado;
que soy prisionero de un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída;
que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo;
que también el humorismo forma parte del bloque inamovible;
que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo;
que no intento todavía reconocer quién soy;
que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre;
que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;
que no saldré nunca de aquí por más que sonría;
que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia enjaulada;
que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola;
que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura;
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.
Versión de Hugo Beccacece
(Fin de los años sesenta)
Sé bien, sé bien que estoy en el fondo de la fosa;
que todo aquello que toco ya lo he tocado;
que soy prisionero de un interés indecente;
que cada convalecencia es una recaída;
que las aguas están estancadas y todo tiene sabor a viejo;
que también el humorismo forma parte del bloque inamovible;
que no hago otra cosa que reducir lo nuevo a lo antiguo;
que no intento todavía reconocer quién soy;
que he perdido hasta la antigua paciencia de orfebre;
que la vejez hace resaltar por impaciencia sólo las miserias;
que no saldré nunca de aquí por más que sonría;
que doy vueltas de un lado a otro por la tierra como una bestia enjaulada;
que de tantas cuerdas que tengo he terminado por tirar de una sola;
que me gusta embarrarme porque el barro es materia pobre y por lo tanto pura;
que adoro la luz sólo si no ofrece esperanza.
Versión de Hugo Beccacece
Más
tarde comienza la filmación de su llamada “trilogía de la vida”. El Decamerón es la primera de ellas y
vuelve a su amado sentido de lo puro. “Con El
Decamerón –dice Pasolini- quiero representar la nostalgia de mi pueblo
ideal, con su miseria, su falta de conciencia política (aunque sea duro
decirlo) ese pueblo de mi infancia, quizá en las entrañas de Nápoles aún exista”.
Pese
al júbilo que emana de todo el filme ya comienza a sentirse en Pasolini una
absoluta sensación de fracaso que culminara en Saló. Este pesimismo es el haber
perdido la esperanza de hacer posible su idea básica de implementar en la
semiótica popular una auténtica revolución sexual y no meras artimañas que no
han derrotado ni al más simple de los tabúes.
Pasolini,
a cuya brillante inteligencia nada se le escapa, se da cuenta que los años
setenta y las décadas venideras no traerán más que un triunfo avasallador del
consumismo hipócrita de toda la sociedad, haciendo eclosión en este cúmulo de
vacuidad en que nos hemos convertido en la era postmoderna. La era
industrial ha matado toda posible inocencia y la trilogía completada
con Los cuentos de Canterbury y Las mil y una noches dan cuenta de ello.
Tres ítems principales se planteaPasolini en su texto de abjuración de la
trilogía de la vida. La lucha del progresismo y su aparente tolerancia sexual
ha derivado en pura trivialidad, los cuerpos desnudos e inocentes han sido
mancillados por el poder del consumo y la sexualidad privada ha sufrido una
falsa tolerancia, lo que en las fantasías sexuales era alegría y dolor hoy es
sólo suicidio o tedio informe.
Con
Saló o los 120 días de Sodoma,
terminada poco antes de su muerte Pasolini da rienda suelta a su pesimismo más
desalentador. Película maldita si las hay. Como de costumbre al realizador lo
lapidaron desde todos los ángulos. El texto basado en la obra del Marqués de
Sade está trasladada a la República de Saló, en donde un grupo de jerarcas
fascistas lleva a veinte efebos y otras tantas doncellas para un ágape sexual
aberrante. El filme está dividido en tres estamentos que unifican la estructura.
El “Círculo de las manías” donde se da rienda suelta a todo instinto
sexual el “Círculo de la mierda” dedicado a la coprofagía y el “Círculo
de la sangre” en que se tortura y mata a todos los jóvenes. Como dice Sade “Nada
hay más profundamente anárquico que el poder” y Pasolini adapta a Sade mediante la
lingüística que propone Roland Barthes. El libertino Sade sabe cómo razonar el
crimen y para ello convierte la perversión en lenguaje. Se conforman las
lujurias en una nueva lengua con reglas precisas no habladas sino actuadas: la
lengua del crimen desplaza lo antiguo por lo nuevo. El nazi-fascismo convirtió
a los cuerpos en cosas y Pasolini dice “Organicé el texto en la anarquía del
poder, inexistencia de la historia y circularidad entre víctimas y verdugos; es
un anti-infierno circular”. La obra final que nos lega Pasolini es una obra
sumamente oscura y siniestra; pero si algo queda claro es que su pesimismo
estaba generado en la imposibilidad de salvar a los jóvenes de su época y
rescatarlos del lugar de “estúpidos manipulados por el poder”. Y la revolución
que él había emprendido con los muchachos de Accatone para que fueran libres en
el sentido más puro se había terminado para siempre. “Me he olvidado como era
Italia hace una década, hoy es un serpentario y todas son indiferentes,
ambiguas y desagradables, sólo me queda optar por el exilio o el suicidio.”
*Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992. Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones.
*Ernesto Hollmann: nacido en Buenos Aires el 23 de septiembre de 1947. Hizo crítica de cine para las revistas Siete Días, Biógrafo y El Porteño. Ha publicado Hierofanía de Samael (poemas), editado por Faro en 1992. Fue integrante del FLH en los años '70, participó en el año 2008 de la película "Rosa Patria", de Santiago Loza, dedicada a la vida y la poesía de Néstor Perlongher. Se han publicado, además 12 poemas suyos en la antología Poesía Gay de Buenos Aires-Homenaje a Miguel Ángel Lens, de Acercándonos Ediciones.
Comentarios
Publicar un comentario