Los géneros en la Literatura

Los géneros literarios, desde la antigüedad hasta hoy, mantienen una lógica según la cual el mundo de la palabra se organiza. Libro de arena propone una mirada por la literatura fantástica, el policial y la narrativa histórica, y una rareza de postre. Hoy comparte el comentario de la charla sobre géneros que formó parte de los encuentros de la Capacitación de auxiliares de bibliotecas.



Por Mario Méndez

El viernes 10 nos encontramos, en la bella Biblioteca Güiraldes, con una veintena de compañeros del curso de Capacitación para auxiliares de bibliotecas que organiza Bibliotecas para armar. La excusa para hablar de libros era la de hacer un repaso por los géneros. Comenzamos hablando de la división clásica, y cómo fueron sucediéndose los cambios. Si antes se hablaba de la Épica, la Dramática (Tragedia y comedia, y otras especies menores) y la Lírica (todas las variantes de la poesía), hoy podemos hablar de tres géneros literarios fundamentales, que siguen siendo, en lo básico, los tres anteriores, pero cambiando Épica por Narrativa.
Fue de la Narrativa, precisamente, que charlamos un buen rato en el curso de mediadores de Biblioteca. Nos pusimos de acuerdo en que la Narrativa, como género, tiene, como es por todos sabido, dos especies fundamentales: la novela y el cuento. Y luego una gran cantidad de especies menores: la nouvelle (¿cuento largo, novela corta?), la fábula, la leyenda, el mito, la biografía y sus variantes, etc. etc.
Suele confundir, a veces, pensar los géneros desde otra óptica. Obviamente, surgió ese tema. Es decir, la duda es por qué hablamos de género policial, realista, fantástico, maravilloso, extraño, de la Ciencia Ficción, el fantasy o fantástico-épico, novela y cuento históricos, género humorístico, epistolar, de terror (y también aquí se debería recurrir a los etcéteras, etcéteras) y no de especies, o de subgéneros. ¿Por qué se llaman de la misma manera? ¿No deberían ser sub-géneros de la narrativa? Parece que no, la costumbre nos dice que la Narrativa es un género, pero el policial, o el maravilloso también son géneros.
¿Y qué pasa cuando hablamos de Literatura infantil y juvenil, que a su vez tiene en su seno Poesía, Teatro y Narrativa, e incluido en esta última, policial, fantástico, maravilloso, etcétera y más etcétera? ¿Qué sería Caperucita Roja? ¿Un cuento para niños (esto se puede discutir, claro) que, como tal, pertenece al género narrativo, al género infantil, al género maravilloso? ¿Y El último espía, de Pablo De Santis, qué es? Es una novela, claro, ¿pero es novela del género infantil, del género policial dentro del género narrativo? Puede ser. Puede no ser. Y no importa demasiado.
Hablamos largo rato de literatura fantástica y repasamos, acerca de ella, tres miradas: la de Bioy Casares, explicitada en el prólogo de la famosa Antología del cuento fantástico que el mismo Bioy compusiera con Borges y Silvina Ocampo (y de ese prólogo nos quedamos con un concepto muy interesante: el de que la literatura va transformando a los lectores y como estos, en consecuencia, exigen una continua transformación de la literatura).  Luego comentamos “El sentimiento de lo fantástico”, como hizo Cortázar en su ya célebre conferencia dictada en la UCAB y por último nos detuvimos en las disquisiciones de Todorov, cuando diferencia lo Fantástico de lo Extraño y lo Maravilloso, situando al primero en el momento de la duda, de la vacilación en la explicación. Es fantástico, dice Todorov, aquello que no se define por la explicación extraña (como en “La caída de la casa de Usher”, de Poe) ni por la maravillosa, como en los cuentos de hadas o como en la mayoría de los relatos antologados por Bioy, Borges y Ocampo. Lo fantástico, entonces, está en la permanencia de la incertidumbre, como en el ejemplo más célebre: Otra vuelta de tuerca, de Henry James.
Pasamos luego a hablar del policial: del deductivo, sus maestros y sus protagonistas inolvidables: Agatha Christie y su Poirot, Conan Doyle y su Sherlock, Chesterton y su padre Brown, para pasar a la irrupción, violenta, como debía ser, del policial negro, y otros maestros con otros inolvidables personajes: Chandler y su Marlowe, Hammett y el detective de la continental... Hablar de estos policiales nos sirvió, también, para hacer una recorrida por algunos autores europeos que instalaron el género en sus propios países: Vázquez Montalbán y el inefable gallego – catalán, Pepe Carvalho; Andrea Camilleri y su comisario Montalbano (que homenajea en el nombre a Vázquez Montalbán); Henning Mankell y su inolvidable detective Wallander.
Cerca del final dimos una mirada a la narrativa histórica, tan en boga hoy con los festejos del Bicentenario, y eso nos sirvió, incluso, para discutir acerca del teatro en general, y del histórico en particular.
Y finalizamos con el recuerdo de una rareza: Godofredo Daireaux, un argentino- francés, estanciero, apaisanado y literato, que creó un género completamente sui generis: el maravilloso – gauchesco, instalando en las pampas argentinas tradiciones de la literatura maravillosa europea, para así regalarnos historias como la de la bombilla de plata, que no permite que quien toma mate con ella diga mentiras, o la olla de Gavino, que da riqueza y abundancia a quien la posee siempre y cuando el poseedor se mantenga generoso.

Nos despedimos con la sensación de que habíamos logrado nuestro cometido: pasar dos horas gratas, hablando de libros.

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