Mariposa de Pañolenci: Un acercamiento a la lectura desde la primera infancia
Por Belén
Leuzzi y M. Laura Migliarino
Verano, verano, manzana con un
gusano.
Primavera, primavera, el gusano
tiene galera.
Otoño, otoño, la galera tiene un
moño.
Invierno, invierno, el moño es de
trigo tierno.
Estaciones, María Elena
Walsh
Muchas
son las cosas que aprendemos de las personas que nos cuidan en la infancia.
Entre ellas, esas historias o cuentos que varias noches nos han ayudado a conciliar
el sueño. Relatos que se transmiten de generación en generación, con la
impronta personal de quien los cuenta.
En
la primera infancia se comienzan a delinear las potencialidades de lo que
seremos y haremos en el futuro, y como la antesala de la construcción del
pensamiento, aprendemos a simbolizar. El vínculo temprano con las diversas
manifestaciones artísticas -la literatura, en este caso- le facilitará al niño
pequeño, crecer y relacionarse en la comunidad en la que va a vivir. A través del lenguaje, desplegará las posibilidades que otorgan el
pensamiento, la creatividad y la imaginación, pero para ello será necesaria la
compañía del adulto que escucha, contiene y sabe cuál es el momento indicado
para intervenir.
Bajo
estas premisas, “Mariposa de pañolenci” ha
sido un proyecto pensado y elaborado para los Centros de Primera Infancia (CPI)
de la Ciudad de Buenos Aires con el objetivo fundamental de brindar herramientas
para abordar un proyecto de promoción de lectura para los niños entre los 45
días y los 3 años. Durante 4 encuentros, junto a las familias, las docentes y
las personas a cargo del cuidado diario del CPI “Pulgarcito” del barrio de
Barracas, nos zambullimos en un mar de libros para acercarnos y descubrir ese
vasto universo denominado “literatura infantil”. Conversamos sobre autores,
temas, personajes y libros ilustrados. Analizamos cómo se relacionan los niños
con los textos según sus posibilidades de acuerdo a la edad, y decidimos
emprender el desafío de crear un libro de tela para la biblioteca.
La elección no fue arbitraria, queríamos que las familias tuviesen una participación activa y pudiesen involucrarse con un material elaborado por sus propias manos. Un libro de tela es un objeto que puede confeccionarse con elementos que se encuentran en las casas, que puede fabricarse a partir de técnicas muy sencillas, y que en el propio hacer permite el acercamiento y el inicio de conversaciones entre las familias. Pero, además, estos libros facilitan el desarrollo sensorial, la motricidad gruesa y fina, la coordinación de los movimientos de las manos, la creatividad, y despiertan la curiosidad y la exploración por los materiales, las formas y el lenguaje.
La elección no fue arbitraria, queríamos que las familias tuviesen una participación activa y pudiesen involucrarse con un material elaborado por sus propias manos. Un libro de tela es un objeto que puede confeccionarse con elementos que se encuentran en las casas, que puede fabricarse a partir de técnicas muy sencillas, y que en el propio hacer permite el acercamiento y el inicio de conversaciones entre las familias. Pero, además, estos libros facilitan el desarrollo sensorial, la motricidad gruesa y fina, la coordinación de los movimientos de las manos, la creatividad, y despiertan la curiosidad y la exploración por los materiales, las formas y el lenguaje.
Así nació Estaciones, que
relata visualmente la historia de un conejo que atraviesa cada una de las
cuatro estaciones del año, con la particularidad de que cada hojita, flor,
mariposa o gaviota fue hecha, no sólo por las manos de las familias, sino con
el corazón deseoso de compartirlo con sus hijos. Durante el proceso algunas
veces apareció el temor a la hoja en blanco con la certeza del “no, no puedo hacerlo”.
Pero el trabajo colectivo hizo que los ánimos se multiplicaran y, con mate de
por medio, el libro fue tomando forma. Cada encuentro posibilitó además de la
mera producción, que los participantes intercambiaran nanas y leyendas que les contaban de chicos y hasta aprovecharon
para conocerse mejor.
Las familias y el CPI colaboraron con retazos de telas y con sus
propios costureros. Juntos fuimos pensando qué tema querían relatar, qué
personajes aparecerían y cuáles podrían ser los escenarios de cada página.
Rasos, arpilleras, gasa, polar, satén, y otros géneros de tela, de variedad de
colores y texturas, se entretejieron junto con celofán, goma eva, vellón, entre
otros materiales. También se pensó en la sensibilidad auditiva con la
incorporación de un cascabel en las nubecitas de lluvia otoñales. Unidos con
bordado a mano y también a máquina, pero sobre todo con la ilusión de despertar
en los chicos esa sonrisa que se manifestó en la presentación.
El martes pasado, la celebración del nacimiento de Estaciones fue una fiesta. Toda la
comunidad reunida; familias, docentes, niños y niñas, bajo los embrujos de los
poemas y canciones que Diana Tarnofky llevó para compartir.
Deben existir miles y miles de libros que traten sobre las
estaciones, pero para estos niños sólo hay uno que fue pensado para ellos, de
tapa a contratapa, de verso y reverso, en todo el mundo entero. Esa suerte de
legado, ese pedacito de huella de mamá y papá que acompañará y permanecerá con los
chicos en cada hoja del libro de todo los días.
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