Encuentros con los libros álbum



Por María Laura Migliarino

No hay nada más exigente que el público infantil. Con ellos no hay concesiones, se alegran cuando una propuesta los divierte o entusiasma y buscan la manera de hacernos saber que algo no es adecuado para ellos, que lo que presentamos no es de su interés. Trabajar con niños pequeños no es una tarea sencilla, habrá que disponer el cuerpo, la mente y el espíritu para llegar a puerto seguro y no morir en el intento. Pero aun así, bajo estas circunstancias, desde hace muchos años que todas las semanas me dedico a compartir lecturas con niños y niñas entre 2 y 4 años que asisten a los Centros de Primera Infancia -instituciones que trabajan para garantizar el desarrollo y el crecimiento de pequeños en situación de vulnerabilidad social-.

Cada encuentro es único y especial; los materiales con los que se trabaja, la dinámica, los temas que se abordan y los libros que se utilizan dependen mucho del grupo y de los requerimientos de las docentes. Sin embargo, algunos libros, por sus propias características, se transforman en “caballitos de batalla”; compañeros que nunca nos dejan a pie y que siempre son muy bienvenidos por ese público tan exigente. Me refiero a los llamados libros álbum, verdaderas pequeñas obras de arte cuya lectura se apoya en la interacción que se da entre el texto, la imagen y el diseño que el mismo libro propone. Un álbum es todo un desafío, para el que lo lee, lo muestra, y para el que lo recibe. Su interdependencia de códigos nos habla de una nueva forma de contar donde el rol del lector es decisivo a la hora de construir sentido.

Frente a estos ejemplares, los niños pequeños, que aún no leen el alfabeto, se acercan a otro tipo de decodificación; la lectura espacial y la lectura de los indicios que se desprenden de las imágenes y que exponen a los lectores a discursos complejos.

Compartir un libro álbum con niños muy pequeños es una invitación a despertar todos los sentidos, es encontrar el equilibrio entre el dejar que los pensamientos sucedan y la intervención que sirve como andamiaje para el aprendizaje. Como estos libros atraviesan distintos géneros y se vinculan con variadas formas discursivas -como la literatura, la historieta, el cine, la publicidad- su lectura permite revelar diferentes capas de significado, (Hanán Díaz, 2007) lo que soporta una multiplicidad de lecturas.

El buen puerto de estas experiencias necesitará entonces de que sepamos elegir el libro adecuado para el momento preciso, alentando la curiosidad y el deseo de comprender y conocer del niño pequeño, pero atentos también al momento donde la palabra del adulto debe hacerse presente.

Mis preferidos:

Barrett, Judi y Barrett, Ron (1992) Los animales no se visten. Buenos Aires: Ediciones de La Flor.




Browne, Anthony (1994) El libro del Osito. México: FCE.




Browne, Eileen (1996) La sorpresa de Nandi. Caracas: Ekaré.




Corentin, Philippe (1999) ¡Papá! Barcelona: Corimbo.




Gedovius, Juan (1999) Trucas. México: FCE.




Hanán Díaz, Fanuel (2007) Leer y mirar el libro álbum: ¿un género en construcción?. Bogotá: Norma.




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