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Mostrando las entradas de diciembre, 2017

Me voy al mar para ser el mar

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Me voy al mar para ser el mar Me voy al mar a reconciliarme con todos los que están adentro para que salgan afuera y se vayan tranquilos ellos tranquilo yo otra vez el cuenco de paz. Me voy al mar a reírme para volverme rico para hacer cosas buenas para enseñar como hacerlo me voy a descifrar mensajes porque me llaman me voy a buscar piedras preciosas a encender faroles abajo de las olas. Alejandro Urdapilleta Vagones transportan humo.

A 85 años del nacimiento de Manuel Puig

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“Entrevista que una reportera de la revista neoyorkina de modas Harper’s Bazaar hizo a Gladys, según imaginación de esta última mientras reposaba junto a Leo dormido. Reportera: Para ganar absolutamente su confianza—lo sé, Ud. es tímida—le permitiré elegir el nombre de este artículo. Gladys: No sabría qué responder. R: ¿Qué le parece Gladys Hebe D’Onofrio está en el cielo ? G: Me parece un título realista y acertado. Pero a sus lectores dirijámonos en un lenguaje chic e internacional, The Buenos Aires affair será el título. R: Por su talento sin precedentes Ud. ha pasado a ser una luminaria de las artes plásticas en pocos meses. ¿Considera que ha logrado de este modo lo que más ambicionaba? G: No, mi mayor ambición es realizarme como mujer en el amor, y vaya la paradoja, en mi caso al amor me condujo la carrera. R: Esto será difícil de creer. ¿Acaso todas las mujeres de carrera no cuentan lo contrario? G: Que lo cuenten. R: Mi intención no es discutir, s

Celebrar la vida, celebrar la muerte

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Por María Laura Migliarino Era ya bien entrada la noche. Un ruido despertó a Anyaugo. Bajó de la cama y fue sigilosamente a la cocina. ¡Madre mía! - susurró Anyaugo. ¿Qué debía hacer? ¡Había una gallina gigante en la cocina! Echaría a perder la comida que su madre y sus tías habían preparado para la Fiesta del Ñame del día siguiente. ¡Tenía que hacer algo! - ¡CocoroCÓ! - cloqueó feliz la gallina. La Fiesta del Ñame marcaba el inicio de la cosecha. Era una ocasión para mostrar gratitud, bailar, reunirse con amigos y familia, y, por supuesto, comer mucho ñame. ¡Anyaugo no podía permitir que la gallina estropeara los platos preparados de la nevera! La celebración de fin de año es para muchos el momento del balance. Recordar lo transcurrido en el año que se va y pedir deseos y buenos augurios para el que viene, son escenas que se repiten en el encuentro con amigos, con la familia, en las charlas telefónicas y en los mensajes que saturan las redes sociales.

Mempo Giardinelli: “No creo que a los chicos haya que edulcorarles la vida”

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En un día muy especial, minutos después de compartir con Raúl Zaffaroni, Estela de Carlotto y Horacio González una presentación en Defensa de la democracia realizada en el Congreso de la Nación, Mempo Giardinelli se subió a un taxi y llegó corriendo a La Nube, donde lo estábamos esperando ansiosamente. La espera valió la pena: Mempo habló de política en general, y de la política con respecto a la lectura (uno de sus grandes temas), en particular. En la charla desfilaron las colecciones Leer la Argentina y Leer por leer; la inolvidable revista Puro cuento (y su hijita Puro chico ); el Premio Rómulo Gallegos y el consiguiente inicio de la Fundación que Mempo preside, así como los imperdibles Foros de Fomento del Libro y la Lectura que se realizan en Chaco. Y todo el tiempo, por supuesto, nos habló de literatura. Mario Méndez: Bueno, la biografía ya la leímos el otro día, así que no hace falta. Nos gustaría que nos contaras un poco cómo fue la presentación de hoy, y por qué…

Todas las navidades, navidad

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-Vamos, Luis. Ya estamos cerquita y hay muchos juguetes. Caminaba un poco más rápidamente y volvía a retrasarse. -Zezé, estoy cansado. -Te voy a alzar un poco, ¿quieres? Abrió los brazos y lo cargué un tiempo. ¡Pero vaya! ¡Pesaba como si fuese plomo! Cuando llegamos a la Calle del Progreso quien estaba bufando era yo. -Ahora caminas otro poquito. El reloj de la iglesia dio las ocho. -¿Y ahora? Había que estar allí a las siete y media. Pero no importa, hay mucha gente y van a sobrar los juguetes. Traen un camión lleno. -Zezé, me está doliendo un pie. Me incliné: -Voy a aflojarte un poco el cordón y mejorará. Íbamos cada vez más despacio. Parecía que el Mercado no llegaba nunca. Y después todavía teníamos que pasar la Escuela Pública y doblar a la derecha en la calle del Casino Bangu. Lo peor de todo era el tiempo, que parecía volar a propósito. Llegamos allá muertos de cansancio. No había nadie. Ni parecía que hubiera habido distribución de juguetes. Pero